Nada parece poder romper la tranquilidad de la capital neerlandesa cuyos
habitantes son famosos por su mentalidad abierta y su serenidad. Nada puede sugerir
que entre esas calles, se trama una revolución tecnológica que sirve de ejemplo
para toda Europa; un revolución llamada SmartCity. Desde varios años, Ámsterdam
ha luchado para ser la primera ciudad en Europa en obtener este título enviado.
El objetivo principal del proyecto Ámsterdam Smart City es de ahorrar energía
para reducir el impacto medio ambiental de la ciudad. La cuidad inició el plan
en 2007 y en 5 años, mas de 70 proyectos fueron desarrollados en cuatro temáticas
principales: espacio público, vida, trabajo y movilidad sostenible. Esa
iniciativa solo fue posible gracias a una colaboración estrecha tanto entre los
responsables de la ciudad y las empresas punteras que con los ciudadanos que
desde el principio fueron actores importantes en todos los proyectos.
Como avanzaba el proyecto, el número de empresas
participando en el proyecto no paró de aumentar, demostrando el interés del
sector público para la idea. No se puede evaluar los efectos al nivel de la
ciudad dado que los proyectos se tienen que ampliar pero los resultados
individuales son buenos y la cuidad espera cumplir los objetivos que se fijo
para 2025; es decir, reducir la producción de CO2 en comparación con el nivel
de 1990 de un 40%.
Entre otros proyectos, uno de los más interesantes es el proyecto ITO Tower
que quiere reducir el consumo energético de un inmueble en Ámsterdam. El
edificio cuenta con 38.000 m2 de oficinas repartidas entre varias
empresas. El objetivo era de reducir el consumo energético sin reducir la
comodidad del edificio. Gracias a un análisis del uso energético y la instalación
de sensores, fue posible optimizar la luz, la calefacción, la climatización y
la seguridad del edificio. En un mes, el consumo eléctrico bajo de un 18%.
A parte de esos proyectos concretos, la cuidad tampoco olvida la importancia
de la educación de los jóvenes. Varias escuelas de la cuidad participaron a una
competición para ver cual escuela mas reduciría su consumo eléctrico. Gracias a
captores, veían en directo el efecto de sus ahorros. Se acompaño de clases de educación
ambiental.
El concepto tiene ya sus aficionados en España.
En 2011, la cuidad de Málaga inicio su proyecto de Smart Cities, inspirándose
de varios éxitos internacionales para la integración de la eficiencia energética
en la política urbana. El proyecto sigue su camino. Barcelona inicio su
proyecto de alumbras públicas.
Como lo hemos visto, los proyectos son numerosos
y tendrán efectos en el clima si se aplican en gran escala pero Ámsterdam se
han convertido en un laboratorio cuyos éxitos se convierten en ejemplos para
otras ciudades en Europa. Las SmartCities solo están empezando y demuestran
cada día sus capacidades.
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